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REVIVE EQUIPOS VIEJOS CON WINDOWS 7
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El último sistema de Microsoft permite darle  nueva vida a viejos equipos gobernados con Windows XP dedicándole un esfuerzo mínimo. Exprime tu viejo PC sin renunciar a lo más nuevo

NIVEL: INTERMEDIO

Si por algo se distingue Windows 7 es por mejorar las prestaciones de cualquier equipo que tuviera instalado Windows Vista. Y es que a igual procesador, memoria y disco duro, lo habitual es que un mismo PC funcione mucho mejor con Windows 7 que con Vista. Es un hecho inédito en la historia de Windows, donde cada nueva versión necesitaba más recursos que la anterior. Esto se explica porque Windows 7 se desarrolló con el objetivo de resolver los problemas de Vista en cuanto al rendimiento y quejas de los usuarios.

En cualquier caso, esta optimización de Windows 7 respecto a Vista tiene una consecuencia importante para los propietarios de PCs más antiguos: muchos de los PCs vendidos en su día con Windows XP pueden manejar sin grandes problemas Windows 7. De esta forma podemos disfrutar de la última tecnología sin necesidad de cambiar nuestro equipo, amortizándolo así más tiempo, algo muy interesante en tiempos de crisis como los actuales.

En los pasos siguientes vamos a ver desde el principio los aspectos a tener en cuenta para dar nueva vida a nuestro viejo PC instalándole Windows 7, así como algunos sencillos trucos para optimizar su funcionamiento en el caso de que la configuración no sea demasiado potente.

Paso 1. Evalúa los requisitos

Lo primero que tendremos que tener presente son los requisitos mínimos de hardware que anuncia Microsoft para instalar Windows 7 32 bits: procesador de 1 GHz, 1 Gbyte de memoria RAM, 16 Gbytes de espacio libre en disco, y una gráfica con soporte para DirectX9 y 128 Mbytes de memoria de vídeo. Esto último solo si aspiramos a disfrutar de la nueva interfaz Aero.

Lo bueno de esta lista es que cubre la práctica mayoría de los PCs vendidos durante los últimos años, siendo los requisitos muy poco exigentes. Otra cosa distinta es que esa configuración sea suficiente para mover con soltura el sistema operativo. En este sentido y de acuerdo con nuestra experiencia, recomendamos tener un mínimo de 2 Gby­tes de memoria RAM, un disco duro de al menos 80 Gbytes y un procesador de doble núcleo si es posible. Esto último nos garantizará un buen rendimiento utilizando Windows 7 y sus aplicaciones, aunque no sea lo mínimo para funcionar.

Paso 2. Ampliaciones en un portátil

Si la configuración de nuestro equipo encaja sin problemas con lo que indicamos en el punto anterior, quizá podéis saltaros este paso directamente. En caso contrario, conviene evaluar las posibles ampliaciones que podemos realizar para mejorar las prestaciones de nuestro PC y, con ello, prepararlo mejor para ejecutar Windows 7.

En el caso de los portátiles las únicas ampliaciones lógicas son las referidas a la memoria RAM (recomendables 2 Gbytes) o la unidad de disco. Para la RAM podemos visitar la web de Kingston y el buscador de memoria de su home. Ahí, podemos localizar el módulo exacto para nuestro portátil según su fabricante y modelo, e incluso tendremos la opción de comprarlo on-line o buscarlo en diferentes tiendas de Internet. Más tarde, podremos instalar el módulo en la ranura correspondiente, generalmente ubicada en la parte inferior del portátil, aunque su posición varía mucho de un fabricante a otro (en caso de duda consulta el manual).

La opción de cambiar el disco duro solo es interesante si tenemos una unidad muy pequeña (por ejemplo 40 Gbytes), en no muy buen estado o con un nivel de prestaciones realmente bajo. En este caso tendremos que extraer la unidad de disco actual y comprobar si se trata de un disco SATA (el más moderno, con un pequeño conector similar al USB) o PATA (el más antiguo, compuesto por un único conector de 40 pines). Según la interfaz tendremos que buscar una unidad en nuestra tienda habitual, cuyos precios en cualquier caso son bastante ajustados (desde unos 60 euros).

Paso 3. Ampliaciones de un sobremesa

En el caso de un sobremesa las ampliaciones más recomendables pasan por la memoria RAM y la gráfica, aunque aquí las posibilidades son mucho más extensas. Si tenemos un equipo de una marca conocida podemos utilizar el mismo buscador de memoria Kingston que indicábamos en el paso anterior. En caso contrario, habrá que tirar de manual o especificaciones de la placa base para comprobar qué módulos son compatibles con ella. Dado que el precio de la RAM para PCs de sobremesa suele ser más ajustado y dispondremos de mayor número de bancos DIMM, no sería una mala idea optar por montar directamente 4 Gbytes, aunque en todo caso nunca menos de 2 Gbytes.

El tema de la gráfica es importante si tenemos una tarjeta realmente antigua o poco potente, y queremos disfrutar de la nueva interfaz Aero. En este caso será cuestión de comprobar el tipo de puerto gráfico de la placa (AGP o PCI-Express), y localizar en nuestra tienda o lugares como eBay una que sea compatible. En todo caso, cualquier aceleradora de cierta calidad lanzada durante los últimos años nos servirá para este propósito.

Respecto al disco duro, dado que las unidades para equipos de sobremesa ofrecen desde hace ya varios años buenas capacidades (de 80 Gbytes para arriba), no es una necesidad demasiado importante. Aun así, cualquier unidad moderna ofrecerá más velocidad, fiabilidad o capacidad que nuestro viejo disco por lo que, si lo consideramos necesario, podría ser una ampliación opcional a tener presente.

Paso 4. Controladores para Windows 7

Lo siguiente que tendremos que comprobar es que nuestro equipo cuenta con una mínima compatibilidad con Windows 7. Lo bueno del nuevo sistema operativo es que integra soporte para una inmensa cantidad de hardware existente, por lo que en muchos ordenadores incluso puede que todos los componentes sean detectados correctamente, sin necesidad de cargar ni un solo controlador extra. Para ayudarnos en esta tarea Microsoft ha creado la herramienta Windows 7 Upgrade Advisor, que, una vez cargada en nuestro PC, nos permite comprobar si algún componente hardware o programas instalados puede darnos problemas con las versiones de 32 y 64 bits.

En caso de detectar que algún dispositivo no es específicamente soportado por el propio Windows 7 (tarjetas de red, gráficas, etc.), tendremos que buscar en la web del fabricante del equipo o componente para comprobar si hay controladores disponibles para Windows 7. En caso de no ser así, podremos probar a cargar el controlador de Vista, aunque esa una opción arriesgada que puede no funcionar adecuadamente.

Paso 5. ¿Qué versión instalo?

Llegados a este punto, el siguiente paso es elegir la versión de Windows 7 que vamos a instalar en nuestro equipo. A la hora de comprar una edición de Windows 7 en caja básicamente tendremos tres posibles opciones: Home Premium, Professional y Ultimate. Aun así, salvo que necesitemos prestaciones como la compatibilidad con directorios activos, el modo XP y las carpetas sin conexión (versión Professional), o el cifrado con BitLocker y soporte multi-idioma (versión Ultimate), la versión Home Premium debería ser nuestra opción preferida. Hay una versión más barata llamada Starter (que no integra la interfaz Aero), pero que por ahora solo se ofrece con equipos nuevos de bajo coste (netbooks fundamentalmente).

Por todo ello, la Home Premium es la versión más equilibrada entre funcionalidades para la mayoría de los usuarios y coste. Su precio en caja y con licencia estándar es de 199,99 €, mientras que la versión de Actualización (si tenemos una licencia previa de Vista o XP) sale por 119,99 €.

Paso 6. Actualización contra Instalación limpia

Si nuestro PC tiene instalado Windows XP tenemos malas noticias: obligatoriamente habrá que realizar una instalación limpia de Windows 7. Esto supone que tendremos que salvar todos los datos y reinstalar todas las aplicaciones de nuevo en el PC tras cargar Windows 7. Aunque sea una tarea laboriosa, lo cierto es que nos ayudará a «empezar de cero» con nuestro equipo, dejando el disco duro limpio de archivos innecesarios.

En cambio, si nuestro actual PC tiene Windows Vista, tendremos la posibilidad de realizar una instalación limpia, como la anterior, o una actualización del viejo sistema. Esto nos permitirá mantener los datos, las aplicaciones y buena parte de los ajustes de configuración. Con todo, mucho cuidado con las actualizaciones.

Lo primero, siempre haremos una copia de seguridad completa de todos los datos para garantizar que si algo sale mal, estaremos cubiertos. Lo segundo es tener presente que muchas de las aplicaciones que funcionaban con Vista puede que no lo hagan correctamente con 7, por lo que quizá tengamos que reinstalarlas o actualizarlas. Y por último, una actualización frente a una instalación limpia puede tardar entre 2 y 3 veces más tiempo en completarse. Así que mucha paciencia si optamos por este método.

Paso 7. Aligera el entorno

Una vez que tengamos instalado Windows 7, y según la configuración del PC que finalmente estemos utilizando, puede que apreciemos que la velocidad general del sistema no resulta demasiado elevada. Esto es algo que podemos observar, sobre todo, con diversos efectos del escritorio de Aero, al mover aplicaciones o cargarlas, etc.

Si acudimos a la ruta Inicio/Panel de Control/Sistema y seguridad/Sistema/Configuración avanzada del sistema/Opciones avanzadas, bajo el apartado Rendimiento tendremos que pinchar en el botón Configuración. Lo que se abrirá a continuación es una nueva ventana donde marcaremos la opción Ajustar para obtener el mejor rendimiento. En cuanto pulsemos Aceptar, Windows 7 desactivará todas las mejoras visuales del entorno, efectos gráficos, etc. A cambio tendremos un entorno mucho más ligero para máquinas poco potentes, y con el que podremos trabajar mejor sin renunciar a las nuevas tecnologías de 7, aunque con una estética similar a la del antiguo Windows XP.

Paso 8. Conscientes de las limitaciones

A partir de este momento, hay que ser conscientes de que tenemos un equipo antiguo y con menores prestaciones que uno moderno, pero al que hemos cargado la última versión de Windows. Lo bueno es que nos hemos ahorrado dinero al seguir con el mismo PC; lo malo es que habrá que tener en cuenta sus limitaciones.

Hablamos de la instalación y carga de aplicaciones de última generación. Si nuestro equipo no es demasiado moderno, quizá sea mejor optar por aplicaciones más antiguas (como MS Office 2003 en lugar de Office 2007) que, en general, requieren menos recursos para funcionar y generalmente nos permitirán hacer básicamente lo mismo. De la misma forma, si somos capaces de vivir e instalar las mínimas utilidades imprescindibles para nuestro trabajo diario, mejor que mejor. De esta manera, evitaremos que el Registro del sistema se vaya cargando de entradas y que las librerías del sistema o los servicios/programas de arranque crezcan ralentizándolo todo.

Por último, mucho ojo con el antivirus que instalemos. Dado que usamos Windows 7 las marcas más conocidas (McAfee, Norton, Panda, etc.) generalmente nos obligarán a instalar la última versión de sus suites de seguridad. Si no queremos ver cómo cae en picado el rendimiento, nuestra recomendación es optar por Microsoft Security Essentials, el antivirus gratuito de Microsoft sobre el que tanto hemos hablado en los últimos tiempos. La única exigencia es que el Windows sea legal; a cambio tendremos un antivirus funcional y poco exigente.

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Total de comentarios: 1
1 mauricio carvajal  
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Espero que sea una experiencia enriquecedora para equipos viejos, muchisimas gracias